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Por: Lenin Figueroa
1. Concentración de egresades
Al mediodía del pasado domingo 11 de mayo acudimos a una “concentración” en apoyo a las estudiantes de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMéx), quienes desde hace unas semanas realizan movilizaciones y acciones debido al descontento generado por el proceso de sucesión de la titularidad de la rectoría. Me llamó la atención el eufemismo “egresades”, con el que se nombraba a un conjunto tan dispar de personas: madres y padres mayores, madres y padres jóvenes, empleadas, autoempleadas y desempleadas, juventudes con padres y madres al lado, profesionistas e improvisades, maestras y doctoras, jubiladas y jubilosas.
Me alegró el reconocerme entre generaciones y hasta me invadió un sentimiento de nostalgia, lo confieso; lo que me hizo decidirme a asistir al lugar fue que el cartel virtual difundido a través de diversos perfiles de la red social Instagram señalaba para el encuentro: “frente a la Casa del Estudiante”. No sabía a qué se refería, pensé en buscar la ubicación y más tarde que pronto recordé la toma de Rectoría y de otros doce espacios universitarios el martes seis de mayo (ver: https://www.jornada.com.mx/noticia/2025/05/07/estados/universitarios-toman-rectoria-de-la-uaemex-tras-imposibilidad-de-dialogo-con-autoridades)
La Casa del Estudiante. En un doble asalto, las estudiantes movilizadas habían ocupado el histórico edificio y, además, lo habían rebautizado, colocando al centro lo que, en teoría, es el motivo de existir de la Universidad Pública: su estudiantado.
Quienes acudimos a la cita en el frontispicio quisimos aplaudir la valentía de esas otras, juventudes desconocidas, no porque acuden a los mismos espacios que antes nosotros y nosotras llamamos salón, laboratorio, biblioteca o cafetería, sino por ese recordatorio; también aplaudimos a las de la batucada.
¿Valdría la pena hacer el rastreo de las leyes que ponen al estudiante en el núcleo de la Universidad Pública? Sí, lo mismo que sería valioso retomar los diversos puntos que señalaron quienes, además de acudir, pidieron la palabra en la concentración del domingo 11 para saludar y dar algún mensaje fraterno a las paristas.
Estoy seguro que a más de una se nos borró la sonrisa que anima el reencuentro con compañeras y compañeros de estudios cuando escuchamos las palabras de una de las asistentes que se anotó para expresar su solidaridad. “Estamos con el movimiento estudiantil porque estatutariamente los egresados, las egresadas y les egresades seguimos siendo parte de la comunidad universitaria”. Continuaba: “queremos hacer algo no sólo por las generaciones que están aquí dentro”, dijo señalando a la Casa del Estudiante, “también por nosotres, que egresamos de la universidad y tardamos más de un año en colocarnos en una fuente de empleo formal, que no nos pudimos titular por tener una criminalización por parte de las autoridades, que nunca reconocieron que eso era violencia institucional”.
Egresadas, egresados, egresades de una Universidad Pública. No sólo compartimos aulas: todas allí estudiamos porque el Estado está obligado a brindar una educación pública, ya sea por las fracciones V y VI del artículo tercero constitucional; ya por las huellas del dinero público que a esto se destina, las instituciones y los presupuestos que lo contienen.
Continúa la participación en el frontispicio: “exigimos que estas nuevas generaciones tengan empleo formal […] que no se queden en la idea de que no pueden continuar sus estudios porque esta universidad se sigue robando el dinero”. No sólo compartimos las aulas y mobiliario: también las violencias y las estafas, los documentos (y audios) filtrados y la indignación. Compartimos la dicha de ser la primera, segunda, quinta o sexta generación en la familia que acude a la Universidad, y compartimos las ansiedades de futuro. Y, reunidas ese domingo 11 en apoyo a las estudiantes movilizadas, me he comenzado a preguntar si no compartimos también el anhelo de los días en los que la educación deje de ser una pintoresca tradición familiar y se vuelva punto de encuentro necesario.
Al concentrarnos alrededor de las estudiantes movilizadas, escuchando a quienes se decidían a tomar la palabra, revisitamos nuestro tiempo como universitarios. Otra participación nos rescató de la nostalgia de ese domingo 11 y dejó claro que todos los beneficios que disfrutamos durante nuestra vida académica fueron fruto de una organización estudiantil que los imaginó, que los demandó y que se movilizó en su defensa. Eran las estudiantes movilizadas quienes tomaban el micrófono y saludaban a les egresades presentes.
Un Pliego Petitorio es un documento en el que las estudiantes, movilizadas frente a una coyuntura (en este caso, la sucesión en Rectoría), redactan sus demandas. Es un documento-brújula que permite al movimiento estudiantil crecer, explorar diversos caminos y ser creativo sin perderse.
La toma y rebautizo de la Casa del Estudiante el seis de mayo se dio después una gran marcha (ver: https://todoencontra.mx/2025/04/29/refundar-la-uaemex-los-caminos-del-movimiento-estudiantil/) y luego de que Marco Cienfuegos fuera fiel intérprete de su papel como Secretario del Rector, retardando ya no una respuesta, sino un trato digno a las estudiantes que tocaban las puertas del edificio histórico (ver: https://prensauniversitaria.press/2024/02/08/influyentisimo-salarial-el-caso-de-marco-cienfuegos/).
¿Valdría la pena hacer un recuento histórico de la movilización estudiantil en la UAEMéx? Sí, lo mismo que es importante releer los puntos del Pliego Petitorio elaborado por las y los universitarios movilizadas y organizadas en Asambleas: 1) La renuncia inmediata del Rector, 2) La anulación del proceso de sucesión de rectoría, 3) Voto universal como medida para elección del rector, 3) Gratuidad de la educación, comedores subsidiados, 4) Erradicación de la violencia de género y 5) La no criminalización ni posterior coerción de las estudiantes movilizadas. Un sexto punto, detectado en los perfiles virtuales de algunas asambleas estudiantiles, es la difusión de la auditoría realizada sobre los ingresos y egresos de los recursos de la Universidad durante el periodo 2021-2025.
El Enjambre Estudiantil Unificado, la suma de las asambleas de todos los espacios estudiantiles movilizados, presentó estas demandas el lunes 12 de mayo tanto a diversos medios nacionales como a Palacio Nacional (en la Ciudad de México). El análisis del pliego, el recuento histórico y el rastreo de los ordenamientos jurídicos que hacen posible la Universidad Pública del Estado de México son tareas pendientes.
También el recuento de algunas participaciones de les egresades, tanto desde el frontispicio en el pasado domingo 11, como fuera de ese espacio, en los días han seguido. Se ha trascendido la solidaridad intergeneracional y, en tanto personas que ya no habitamos las aulas universitarias, nos recordamos como parte de una sociedad que busca defender la educación pública, científica, crítica y democrática. El sopor del domingo toluqueño, con su suave olor a croquetas y rico en partículas suspendidas menores a 10 micras, fue diferente ese 11 de mayo: les egresades de la UAEMéx se reunieron alrededor de las estudiantes movilizadas como quien busca el calor de una fogata durante la noche. ¿Qué habrán encontrado mirando al fuego? Podríamos aventurar que memorias lejanas, el asombro y la esperanza. Lo cierto es que les egresades organizades ya han elaborado un Pronunciamiento Público como primer punto de encuentro con las y los paristas y han creado un perfil virtual en Instagram (ver: https://www.instagram.com/egresadxs_organizadxs_uaemex?igsh=M3JhODdvdmwxYjNj).
Ese Pronunciamiento, además de acompañar las demandas acordadas por el Enjambre Estudiantil, añade otras exigencias: 1) El cese inmediato de prácticas autoritarias a movimientos estudiantiles, 2) La responsabilización a autoridades universitarias y locales por prácticas represivas y antidemocráticas, 3) El rechazo a la represión, intimidación, persecución y hostigamiento o cualquier otra forma de criminalización contra quienes ejercen su derecho legítimo a la protesta.
El Pronunciamiento de Egresades, fechado en 11 de mayo, señala que “al aceptar oficialmente el paro, las autoridades pretenden desmovilizar el conflicto, restarle fuerza […] y vaciar de contenido político las demandas que han sido construidas colectivamente”. ¿Será que la fogata dominical abrió el espacio para compartir consejas y consejos? Les egresades pueden aportar a las estudiantes movilizadas su mirada, ahora desde fuera de la Universidad; pero también se constituyen en puente con quienes, por edad, condiciones socioeconómicas, geográficas o culturales, no han pasado por las instalaciones universitarias y que, quizás por eso mismo, deben también conocer del paro actual.
Es sobre los diversos puntos de encuentro que hemos tratado de los que se escribirán en entregas semanales. Ya se han enunciado algunas tareas pendientes de estudiar y proponer a debate.
El propósito de estas letras es profundizar en ese (re)centramiento en el estudiantado que las y los universitarios han recordado para entender los sucesos de los que (no) nos enteramos en la prensa local (o nos mal enteramos: https://x.com/AMANECERDIARIO/status/1921963909822525835?t=z0–awz77GqC54O9HlIIGQ&s=19). Desde ya agradezco el espacio tanto para publicar como la lectura de esta columna de opinión que versará sobre la Universidad Pública en el Estado de México y cuyo contenido es sólo responsabilidad de quien esto escribe.


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