Por el Doctor investigador, Armando Sunny
El Parque Alameda 2000, la mayor área verde urbana de Toluca —con más de 95 hectáreas declaradas como Parque Estatal de Área Natural Protegida desde 1993– está en el centro de una controversia. Aunque el reciente anuncio del proyecto «Fábrica de Agua» pretende abordar la escasez hídrica de la región, también plantea serias preocupaciones ambientales y sociales que merecen un análisis profundo.
La importancia de los parques urbanos
Los parques urbanos, como Alameda 2000, son fundamentales para conservar el ambiente, proteger la fauna y mejorar el bienestar humano. En ciudades altamente contaminadas como Toluca, estas áreas verdes ayudan a mitigar los efectos del cambio climático al capturar carbono, reducir las temperaturas locales y mejorar la calidad del aire. Además, actúan como refugios esenciales para la biodiversidad, permitiendo que numerosas especies sobrevivan y prosperen en entornos urbanos cada vez más fragmentados.
El Parque Alameda 2000 alberga especies emblemáticas como el ajolote de Lerma (Ambystoma lermaense), una especie endémica y en peligro crítico de extinción, como el que aparece en los billetes de 50 pesos como un símbolo de la riqueza natural de México. Este anfibio no solo tiene un valor cultural y ecológico, sino también científico, ya que es clave en estudios de regeneración celular. Su desaparición sería una pérdida irreparable para el patrimonio natural del país.

Además del ajolote, el parque alberga según la plataforma de Inaturalist 92 especies de aves, muchas de ellas migratorias y acuáticas, 8 especies de reptiles, 6 de mamíferos (probablemente subestimadas por su comportamiento nocturno), 130 especies de plantas y 130 especies de artropodos y hongos. Estos organismos no solo contribuyen al equilibrio ecológico, sino que también ofrecen servicios ecosistémicos clave, como polinización, control de plagas y reciclaje de nutrientes.
Impacto de las plantas tratadoras de agua en áreas protegidas




Aunque las plantas tratadoras de agua tienen un propósito funcional, su construcción y operación en un área natural protegida como el Parque Alameda 2000 podría generar múltiples impactos negativos:
- Contaminación por desechos: Las plantas tratadoras generan lodos residuales que, si no se manejan adecuadamente, pueden contaminar los suelos y cuerpos de agua cercanos. Esto es especialmente preocupante en un parque que actúa como humedal, ya que los contaminantes podrían filtrarse al subsuelo y afectar la calidad del agua.
- Emisiones de gases y olores: Estas plantas liberan gases como metano y sulfuro de hidrógeno, que contribuyen al cambio climático y generan malos olores. Esto podría alterar el hábitat de las especies y reducir el disfrute de los visitantes.
- Ruido y actividad humana: La operación de maquinaria pesada y el aumento de la actividad humana pueden perturbar la fauna local, especialmente las especies más sensibles como aves migratorias y anfibios.
- Pérdida de hábitat: La construcción de infraestructura en un área verde significa la destrucción directa del hábitat de múltiples especies. El ajolote de Lerma, por ejemplo, depende de cuerpos de agua limpios y tranquilos, podrían verse afectados por los líquidos vertidos o por cambios en el flujo de agua.
Humedales y bordos: defensores naturales del agua
Los humedales y bordos del Parque Alameda 2000 desempeñan un papel crucial en la captación y almacenamiento de agua pluvial. Estos ecosistemas naturales:
● Filtran contaminantes: Actúan como un riñón natural, eliminando impurezas y mejorando la calidad del agua.
● Regulan inundaciones: Almacenan grandes volúmenes de agua durante las lluvias intensas, reduciendo el riesgo de inundaciones en las áreas urbanas circundantes.
● Recargan acuíferos: Permiten que el agua se infiltre lentamente al subsuelo, garantizando un suministro constante a los mantos acuíferos.
La alteración de estos sistemas naturales podría provocar problemas de abastecimiento y aumentar la dependencia de fuentes externas como el Sistema Cutzamala, que ya enfrenta altos niveles de estrés hídrico.
Alternativas sostenibles y necesarias
En lugar de comprometer un área verde tan crucial, se podrían explorar soluciones fuera del parque:
Captación de agua pluvial en espacios urbanos ya construidos: Toluca experimenta una precipitación anual promedio de aproximadamente 1,361 mm, concentrada principalmente entre abril y noviembre.
Sin embargo, gran parte de esta agua se pierde al escurrir por las calles y drenajes sin ser aprovechada. Implementar sistemas de captación de agua de lluvia en edificios gubernamentales, escuelas y hogares permitiría recolectar y almacenar este recurso para usos domésticos y sanitarios, reduciendo la dependencia de fuentes tradicionales. Por ejemplo, en una casa de 100 metros cuadrados se pueden captar alrededor de 3,000 litros de agua, equivalente a tres tinacos regulares.
Tratamiento de aguas en el Río Lerma en lugar de intervenir en un área protegida como Alameda 2000, un enfoque más adecuado sería priorizar la rehabilitación del Río Lerma, uno de los cuerpos de agua más contaminados del país. Actualmente, muchas de las plantas tratadoras de agua en la región están en mal estado, con infraestructura obsoleta y operación limitada o inexistente debido a la falta de mantenimiento.
Fortalecer estas plantas y construir nuevas a lo largo del río no solo mejoraría la calidad del agua, sino que también ayudaría a recuperar un ecosistema fluvial vital para la región. Esto reduciría la presión sobre otras fuentes hídricas y ofrecería un beneficio ambiental mucho mayor sin comprometer espacios como Alameda 2000.
El costo ambiental de una solución a corto plazo
Transformar el Parque Alameda 2000 en una «fábrica de agua» podría aliviar momentáneamente la presión sobre el Sistema Cutzamala, pero a un alto costo ambiental. Los humedales, bordos y áreas verdes del parque cumplen funciones ecológicas que ninguna planta tratadora puede replicar: almacenamiento natural de agua, regulación climática, captura de carbono y conservación de la biodiversidad.
Perder estos servicios por una obra de corto plazo sería un error estratégico. Las familias que ya enfrentan escasez de agua no solo necesitan soluciones inmediatas, sino también sostenibles y respetuosas del medio ambiente.
Es fundamental que los gobiernos municipal, estatal y federal escuchen a la ciudadanía, especialistas en ecología y urbanismo, así como a las comunidades que dependen directa o indirectamente del Parque Alameda 2000. La participación ciudadana en el diseño de soluciones hídricas puede garantizar que estas sean sostenibles y equitativas.
La historia de Toluca demuestra que las áreas verdes son esenciales para la calidad de vida. Permitir que la biodiversidad del parque sea desplazada en nombre del desarrollo es una decisión que puede lamentarse por generaciones.
La conservación del Parque Alameda 2000 no es negociable. El proyecto «Fábrica de Agua» debe ser replanteado para proteger este valioso espacio natural y asegurar que las futuras generaciones disfruten de un entorno saludable. Las soluciones a la crisis hídrica deben ser innovadoras, sostenibles y, sobre todo, respetuosas con el medio ambiente.
La pregunta final es: ¿queremos ser recordados como la generación que destruyó el mayor pulmón de Toluca o como la que lo protegió y encontró soluciones que equilibraron las necesidades humanas y ambientales?


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