De malditos y malditas

Lorena Gutiérrez

Lerma, México; 4 de enero de 2023

Las víctimas en este país violento, insensible y profundamente cruel buscamos desesperadamente justicia, verdad y digna memoria. Nosotras, como familias, merecemos un trato digno que acompañe nuestra lucha en la búsqueda de esas tres garantías. A veces confiamos en personas equivocadas creyendo que empatizan con nosotras, con nuestras personas amadas y con nuestra causa. No pedimos a la sociedad sino ayuda para visibilizar nuestros casos, de modo que esa presión obligue a las autoridades a hacer lo que les corresponde.

📷 Cortesía, Lorena Gutiérrez

En este largo caminar como madre de dos víctimas, mis pequeños Fátima Varinia y Daniel Emiliano, una muerta por feminicidio y el otro por negligencia médica, he conocido a muchas personas: hombres, mujeres, funcionarias, activistas e incluso periodistas que han tratado de sacar provecho de nosotros, de nuestras tragedias, debilidades y necesidades para alimentar su ego, sus cuentas y su poder político e influencias. Con el tiempo uno suele desarrollar cierto olfato para detectarles, pero a veces nos falla y llegamos a creer en sonrisas mentirosas y promesas vacías. En este sentido, la última desilusión que mi familia y yo nos llevamos se llama Saskia Niño de Rivera.

Ella acudió a nosotros a principios de 2022 con la intención de incluir la historia de mis niños en un libro que, según nos dijo, recopilaba varios casos de feminicidios. Esta idea no es nueva. Desde que en 2017 el tema del feminicidio cobró fuerza en medios internacionales y se puso sobre la mesa de discusión en cada hogar, foro, e institución muchas personas han querido hacer compendios de este tipo.

Pero simplemente exhiben los casos de manera superficial, lo cual tiene como resultado alimentar el morbo. En realidad no se profundiza en los casos ni en la problemática en cuestión. En este tipo de publicaciones nuestras hijas son apenas una historia dramática más, en la que se le da un peso exagerado al feminicida para seguir alimentando ese discurso estéril de “los buenos contra los malos”.

Y tal y como otras personas lo habían hecho en el pasado, Saskia Niño de Rivera agregó un plus para convencernos hablándonos de cómo su alcance y trayectoria podrían beneficiar el caso de mi niño Daniel, que aún no ha iniciado proceso jurídico. Saskia dijo que el libro presionaría a las autoridades de Nuevo León, donde mi hijo murió.

Confiamos tanto en ella que cuando nos pidió que la pusiéramos en contacto con otras familias –nosotros éramos los primeros invitados para exponer su caso en el libro (de pura palabra, sin acuerdo escrito de por medio)– la contacté con otras madres que, al igual que yo, lloran por el feminicidio de sus hijas y necesitan ser escuchadas.

La sorpresa y desilusión vino la semana del 2 al 7 de octubre de ese 2022, cuando supimos, no por ella, varias cosas que nos parecen alarmantes, revictimizantes y sumamente ofensivas e insensibles: Que el título del libro era “Maldita entre todas las mujeres”, que no se nos facilitaría un ejemplar, que mi esposo y yo ya no éramos bienvenidos a la presentación del mismo, así como ninguna otra familia, pero que asistirían a dicho evento el gobernador de Nuevo León, Samuel Alejandro García Sepúlveda, acompañado de su flamante esposa, Mariana Rodríguez Cantú, de quienes le expresé a Saskia nuestro deseo de conseguir una audiencia para tratar el caso de mi hijo Daniel.

Por si esto no fuera suficiente, la estocada final llegó cuando supimos que en las 256 páginas que componen esta abominación, cuyo verdadero objetivo es evidentemente favorecer la carrera de Saskia, se encuentra una entrevista donde da voz a Josué Misael Atayde Reyes, uno de los tres feminicidas de mi hija Fátima, la cual nunca fue planteada a nosotros y se hizo sin consultarnos al respecto, lo cual no era una obligación, pero sí una cuestión de ética profesional.

Otra mamá entrevistada por Saskia incluso le regresó el texto cuando se lo enviaron para que lo aprobara, pues le habían dicho que lo que se publicaría sería una transcripción de la entrevista. Pero lo que le mandaron fue una versión libre y telenovelesca de los hechos, donde se hablaba más de las personas implicadas en el feminicidio de su hija que de ella misma.

Hay muchos puntos graves en todo esto, en los cuales me gustaría profundizar. Primero, darle voz a los feminicidas para que cuenten su versión de la historia es poner entredicho no sólo el feminicidio mismo, sino a nosotros como familia, que desde un principio hemos defendido una sola verdad: Josué Misael Atayde Reyes, en compañía de su hermano Luis Ángel, y de José Juan Hernández Tecruceño, asesinaron a nuestra niña con total premeditación, alevosía, ventaja, crueldad y brutalidad, lo cual quedó demostrado a lo largo de cuatro juicios, razón por la cual los tres fueron sentenciados: Luis Ángel a 74 años de prisión, José Juan a prisión vitalicia y Misael a tan sólo 5 años de internamiento, no reclusión, por ser menor de edad al momento de los hechos (tenía 17).

¿Qué pretendía escuchar Saskia de él? ¿Qué es inocente o que se arrepiente? Su culpabilidad quedó demostrada más allá de toda duda y su falso arrepentimiento no es suficiente castigo por haberle arrebatado la vida a mi niña, a quien nada nos va a regresar. La periodista Paola Rojas Hinojosa, otra invitada de lujo a la presentación de este escarnio para las víctimas y sus familias, escribe el día lunes 17 de octubre, sin la más mínima perspectiva de género, en su columna de El Universal, que “sacude leer las razones de un asesino, su contexto, sus miedos y dolores. Odiarlo no evita que haya más como él, mientras tratar de entenderlo, sí.” ¿Esto no es pretender que sus lectores empaticen con el asesino de mi hija? ¿No supone eso ya un riesgo en un país tan profundamente misógino? ¿Cómo nos deja a nosotros, como familia de Fátima, y a otras miles de familias, leer al “pobrecito feminicida”? ¿De qué nos vio cara Saskia?

Luego, las familias a las que medianamente entrevistó, porque jamás profundizó en lo dicho y casi todo el contacto se dio mediante su asistente, no merecemos el desdén de primero haber sido invitadas a la presentación del libro para luego informarnos, de nuevo mediante su asistente, “que siempre no”. No hubo la cortesía de una visita o una llamada por teléfono de ella, personalmente, para extendernos la invitación, así como tampoco tuvo la sensibilidad o la educación de ser ella quien personalmente nos dijera que nuestra presencia ya no era requerida (más bien, bienvenida). Ya no hablemos de tener una copia del libro donde se habla de nuestras hijas, por el cual Saskia, una de las cien mujeres más poderosas de México, según la revista Forbes, va a recibir aplausos y felicitaciones, además de cobrar una buena suma por ello.

El día de la presentación, el lugar que nos corresponde a las familias de las víctimas con las que Saskia rellenó su compendio seguramente será cedido a políticos y artistas de renombre; la élite “fifí” a la que tanto defiende, pues ella misma pertenece a esa esfera. Nos duele aceptar que, una vez más, fuimos discriminados por quien dijo entendernos y apoyarnos. Lo peor para mí fue saber que quien sí tendrá un lugar privilegiado será el gobernador de Nuevo León, razón de peso para que mi presencia y la de mi esposo sean rechazadas, con tal de no incomodar a la realeza regia con nuestras “absurdas” exigencias de justicia por la muerte de Daniel.

Otro de los invitados de lujo es el ex presidente de la Suprema Corte de la Nación, el juez Arturo Fernando Zaldívar Lelo de Larrea, a quien yo tenía en el mejor de los conceptos. ¿No se dio cuenta él, al escribir el prólogo, de la enorme revictimización a la que en sus páginas se nos sometía? Basta con leer el título de “Maldita entre todas las mujeres”, que fue “justificado” en la publicidad con el argumento de que “no es maldita la mujer asesinada porque era malvada, sino porque cayó sobre ella la maldición de ser víctima de un feminicida”. Ninguna de nuestras hijas está maldita, y a una mujer no la asesinan por ser “malvada”. Existen cuestiones estructurales y sistémicas para entender el feminicidio como un terrible fenómeno social, pero el llamar “malditas” a nuestras hijas y a nosotras no sólo es infame y doloroso, sino estúpido.

Desgraciadamente esta revictimización parece convertirse en un patrón para la Suprema Corte de Justicia de la Nación; no olvidemos que hace poco produjeron la infame serie “Caníbal: Indignación total”, la cual se cuenta desde la perspectiva de Andrés Filomeno Mendoza Celis, el mal llamado “Monstruo de Atizapán”. Apenas el mes pasado me reuní con la señora Luisa Castillo, mamá de Rubicela Gallegos Castillo, una de sus víctimas, a quien acompañé a una de las audiencias en contra de este individuo. Mientras estaba en la audiencia, me preguntaba cómo se sentiría la señora Luisa al saber que había una serie dedicada al asesino, y poco o nada para su hija, así como el poco tacto que se había tenido para darle voz al feminicida. Ahora que me encuentro ante otro de los monstruos producidos por la “Suprema Corte de Injusticia de la Nación”, donde también se le da voz a uno de los asesinos, esta vez de mi hija, entiendo mejor a mi compañera.

Saskia seguramente querrá dar respuesta a lo que aquí escribo usando sus numerosas y concurridas plataformas para limpiar su nombre, pero yo no pienso entrar en el juego de estar respondiendo. Lo que aquí expreso queda plasmado para la posteridad, y lo que ella hizo no puede ser borrado. Tampoco estoy dispuesta al diálogo. Ella misma cerró esa puerta con acciones tan mezquinas no sólo contra nosotros, la familia Quintana Gutiérrez, sino contra mi Fátima y mi Daniel, lo cual no tiene perdón ni olvido.

No puedo pedirle a la editorial que retire el libro ni a la Suprema Corte que le retire su apoyo. Tampoco puedo pedir al público que no lo compre y no lo lea. Lo que sí puedo pedirle a la ciudadanía es que sea consciente de los contenidos que consume, a quiénes enriquecen y engrandecen, qué intereses favorecen, y a quiénes perjudican. A las autoridades me gustaría pedirles mucha más sensibilidad y empatía para las miles de familias destrozadas por la violencia que azota este país, y que realmente se capaciten en materia de género y derechos humanos, para que no vuelvan a aplaudir, respaldar o financiar proyectos como éste, que se hacen a costa del sufrimiento, pero sin consideración alguna para quien sufre.

📷Cortesía, Lorena Gutiérrez

Personalmente creo que el otro fin que tiene este vil compendio, además de inflar egos, carreras y carteras, es el sucio golpeteo a rivales políticos.

Existen carencias en este país, existen instituciones y organizaciones que necesitan recursos y existe gente luchando por construir un mundo mejor, “un mundo en el que quepan otros mundos”, pero quienes lo hacen honesta y desinteresadamente no usan a las víctimas y a sus familias en sus juegos maquiavélicos. Yo no tengo filiación política alguna y tampoco las luchas de madres de víctimas de feminicidio y desaparición formamos parte de toda esa corrupción. Nosotras queremos justicia para quienes amamos y no es justo que nos usen para sus infamias.
Yo, Lorena Gutiérrez Rangel, no estoy maldita y mucho menos mi hija lo está.

Fuimos víctimas, junto con nuestra familia, de tres infelices que creyeron que tenían el derecho a arrebatarle la vida a mi niña. Malditos sean los tres feminicidas de Fátima. Malditos quienes les protegen y favorecen. Maldito este Estado omiso e indolente y los gobiernos de los dos estados que no han hecho nada por mi hija e hijo asesinados. Malditas las instituciones que nos siguen revictimizando. Malditas las y los activistas que lucran con nuestros casos, con nuestro dolor.

Maldito el periodismo vendido y sin perspectiva de género. Y malditos quienes nos maldicen a nosotras, las mujeres que luchamos, con sus palabras y sus actos crueles y deleznables.

📷Cortesía, Lorena Gutiérrez

Lorena Gutiérrez es la madre de Fátima y Daniel Quintana. La joven, de 12 años, fue asesinada el 5 de febrero de 2015 en Lerma, municipio mexiquense, y Daniel murió en noviembre de 2020, víctima de negligencia médica en Nuevo León. Lorena es una de las activistas más importantes del Estado de México en lo que se refiere a la violencia contra las mujeres y lucha junto a familiares que han pasado por situaciones similares, por la búsqueda de justicia, verdad y digna memoria.

4 respuestas a “De malditos y malditas”

  1. Avatar de norma andrade

    Comparto la postura de la Sra. Lorena mis condolencias. . Excelente nota

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  2. Avatar de Linda Verónica Guevara Molina
    Linda Verónica Guevara Molina

    Saskia no actúa pensando en ayudar, su finalidad es lucrar, es una » niña bien» y vacía, solo eso . Más dignificante hubiera sido
    querer ayudar haciendo reír a la gente como su prima Sofía

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  3. Avatar de Lluvia Daniela Castillo Ortega
    Lluvia Daniela Castillo Ortega

    Mi admiración y respeto a la Sra. Loreno, la claridad que tiene es un ejemplo de dignidad y ciudadanía que muchos deberíamos tomar para alzar la voz ante tanstas injusticias.

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  4. Avatar de Ali Montejano Fernandez
    Ali Montejano Fernandez

    Sin palabras…. Todo el poyo a la sra. Gutiérrez, necesitamos hacer más ruido queremos justicia!

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