Por Lía Ramírez
Alrededor de las 14:00 horas del segundo día de la FILEM 2025, el escenario es desolador: no hay foros, no están montados los estands y algunos libreros ni siquiera saben en qué lugar exhibirán sus productos.
Es sábado y hay gente que decide entrar, algunos se detienen a mirar los poquísimos libros acomodados, los de libreros que desde el jueves estaban preparados para exhibir sus títulos, el panorama es penoso.
Los libreros están enojados: “poca seriedad y una pésima organización”, dicen; aceptan la entrevista pero piden anonimato porque, además, temen repercusiones, muchos vienen de afuera del Estado de México y quienes pagan empleados y no han vendido están en déficit.
Los editores independientes la están pasando mal, les prometieron lugares más visibles, pero al final los enviaron a los pasillos e, incluso, les pidieron compartir espacios porque, al parecer, hicieron mal las cuentas y les faltaron 100 estands, no obstante, las grandes editoriales tienen los mejores lugares “pensamos que la idea era apoyar”.
Otros mencionan que no les contestaban los mensajes para saber cuándo y dónde colocarse, y había habido mala organización en la feria pasada, pero no de está magnitud. Las editoriales independientes son importantes, dice una editora, porque las figuras literarias nacen en éstas, señala que quisiera más apoyo y, por supuesto, una mejor organización. Por si fuera poco, no a todas las editoriales independientes les dieron espacio para presentaciones, porque, desafortunadamente, dicen, hay discrecionalidad y favoritismo.

A unos metros, en el edificio del Poder Judicial, a las 10:00 de la mañana lució flamante la inauguración, sin la presencia de la gobernadora, pero sí con la de Horacio Duarte, secretario general de gobierno; con discursos de la rectora y de la secretaria de cultura que hablaron de la importancia y de la magnitud de la feria, así como de la repercusión que está actividad debería tener en la sociedad.
La Secretaria de Cultura, Nelly Carrasco, alaba el regreso de la feria al centro de Toluca y dice: “estamos listos, estamos listas para recibir en el corazón del estado de México a las y los mexiquenses y a todos los que gusten visitarnos”, pero no es así, no están listos, no aún; si bien las presentaciones transcurren en los foros cercanos, un elemento fundamental del corazón de una feria del libro: los libreros, no están listos.
Parte del lema de la feria “habitar lo imposible” se hace real, porque parece imposible que, tras once años, la organización de esta actividad falle de esta manera, y que sea el público -a quien está dirigida- el que esté habitando lo imposible.





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