Por: Comité Coordinador de Lucha de Ciencias
El 23 de septiembre de 2025, a las dos de la tarde, los muros de la Facultad de Ciencias y de la Facultad de Ciencias Agrícolas se convirtieron en el lienzo de una inconformidad estudiantil que, con tinta, carteles y esténciles, dejaron huella.
Las frases no admitían ambigüedad: “Zarza encubre acosadores”, “¡Di no a Zepeda!”, “Fuera la violencia de nuestras aulas”, “Cerrillo no es caja chica”. Palabras breves, contundentes, escritas con la urgencia de quienes saben que callar es aceptar, que el silencio convierte en cómplice.
La protesta comenzó hacia las dos de la tarde con el gesto firme y sereno de pegar, de estampar, de ocupar el espacio público universitario con mensajes que cargaban el peso de lo colectivo. Ningún muro quedó ajeno a esa incomodidad justa. Estudiantes de la Facultad de Geografía se sumaron de manera activa a la protesta, demostrando que la unión entre facultades fortalece la exigencia de justicia y transparencia.
En medio de la jornada, una administradora de la Facultad de Ciencias Agrícolas se acercó a los estudiantes. Su desconcierto se hizo visible en cada palabra breve, en cada pregunta lanzada al aire. No hubo reclamo abierto ni confrontación, pero sí la expresión de un desacuerdo sutil: esa tensión que surge cuando lo legítimo se enfrenta con la costumbre de lo establecido.
La tarde avanzó y la protesta se mantuvo firme, reflejando con claridad el descontento estudiantil. Los compañeros de la Facultad de Geografía se sumaron solidariamente, acompañando cada reclamo y dejando en evidencia que la comunidad universitaria no tolerará la indiferencia ni la complicidad.
Porque la pregunta persiste: ¿cuánto tiempo más podrá sostenerse una administración que, para muchos, nació ilegítima? ¿Qué valor tiene la palabra “autonomía” si se usa para proteger a los agresores y no a los estudiantes?





Los muros hablan y lo que hoy dicen no es solamente un adorno. La lucha continúa.


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