La etapa cuantitativa del proceso de elección de rectora en la UAEMéx tendrá lugar este martes con dos lecturas diametralmente opuestas, la del consejo universitario que la caracteriza como una fiesta democrática histórica, en la que por primera vez se elegirá una rectora, con la votación de todos los universitarios y la del movimiento estudiantil que no reconoce la legitimidad del proceso por rechazar el diálogo, responder a tiempos impuestos sin la participación estudiantil y con una modalidad electrónica que pone en duda la transparencia del proceso.
Estas posturas en franca contradicción dejarán una rectora que no tendrá la legitimidad y representatividad que se esperaría del inicio de un proceso de transformación institucional, sino que será la expresión de una resistencia al cambio de los grupos de poder para un nuevo periodo y con esto el inicio de un nuevo ciclo de acumulación de inconformidades en la comunidad universitaria.
El último de estos ciclos duró apenas dos meses, el Dr. Isidro Rogel Fajardo sale por la puerta trasera con grandes deudas para la comunidad universitaria con la que no supo tratar, ni construir concesos, en donde los avances llegaron no por su capacidad sino pese a la ausencia de esta.
Más allá de los balances previos los resultados de mañana arrojarán más claridad sobre si la “democracia” podrá llegar algún día a la institución; un aspecto será la participación, que difícilmente se espera que rebase la de la segunda consulta al Estatuto Universitario, pues el tiempo de difusión fue escaso y no hay un llamado amplio a la participación desde el sector estudiantil; otro aspecto será el voto del personal administrativo y docente cuyos resultados reflejarán si se mantienen los votos corporativos como ocurre en las elecciones de directores o realmente serán expresiones libres.
Por parte de las candidatas llegan sin haber tenido un solo espacio para posicionarse con respecto a las demandas del movimiento estudiantil, con proyectos aislados de las exigencias y con la misma tendencia neoliberal dominante que ha caracterizado a las últimas administraciones, además de las denuncias que ya han listado asambleas estudiantiles como la de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales.
Del lado del movimiento estudiantil la situación interna del Enjambre Estudiantil Unificado se observa compleja a la distancia, el acuerdo de retroceder en la demanda de anulación del proceso de elección de rectora, tuvo como base la consideración de que si el proceso se reiniciaba los paros se alargarían. Si bien alargar los paros no era sostenible, anular el proceso no implicaba necesariamente esperar en paro hasta la elección, -pues incluso la demanda podía condicionar el levantamiento del paro-; tampoco resulta menor el hecho de que antes de que la postura la oficializara el Enjambre, fue Isidro Rogel Fajardo quien la hizo pública y aseguró que no existía riesgo de protesta del Enjambre en las elecciones.
El resultado de este martes en donde al menos en pintas los estudiantes colocaron “anulación” en el edificio UAEMitas como parte de su protesta, sigue poniendo en cuestionamiento la definición inicial del Enjambre que a diferencia de otras no fue acompañada de una minuta que pudiera dar luz de cómo se dio el análisis y debate, por el contrario las asambleas de forma independiente terminaron lanzando diferentes rutas, unas se pronunciaron en rechazo al proceso, otras sometieron a consideración si el voto debía ser electrónico o presencial, otras además votaron el levantamiento de sus paros y hasta el momento la única que fijó una posición clara sobre como intervenir este 15 de julio fue la asamblea estudiantil de la Facultad de Artes que llamó al voto blanco.
El llamado a una protesta en el marco de la votación por parte de un colectivo de la Facultad de Ciencias de la Conducta es otra de las acciones y posicionamientos que se sumaron a la coyuntura, pero que de conjunto dejan ver una postura muy polarizada en el sector estudiantil que en última instancia beneficiará a la candidata que si cuente con un respaldo claro en el sector docente y administrativo.
Esta postura polarizada puede explicar también el desinterés de las autoridades de entablar un diálogo con el Enjambre pues divididas las fuerzas no hay la suficiente presión para que cedieran a las peticiones que les realizaron.
Evaluar lo ocurrido será importante para el estudiantado y el siguiente ciclo de la rectoría, pues de no corregir en construir una postura unificada e independiente, las nuevas autoridades cobrarán fuerza y legitimidad para seguir poniendo al frente sus propios intereses.


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