Las que no llegaron: historia de una imposición en la UAEMéx


Segunda de tres partes

El registro de aspirantes a contender por la rectoría de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMéx) es una historia ya contada. Las denuncias de coacción y una convocatoria a modo excluyeron a participantes como Laura Benhumea, Carlos Genaro Vega Ramón Gutiérrez Martínez y Alberto Saladino García. En cambio se montó una algarabía oficialista empeñada en decorar con globos y “democracia” una institución cuyo trabajo siempre se ha escrito en la tinta dorada de los gobiernos estatales en turno. Esa historia no ha cambiado. La falsa postura del gobierno estatal de “no intervenir” en procesos de instancias autónomas, en un contexto en el que el control institucional sigue en manos de las mismas estructuras y grupos de poder, ha salido a relucir en todos lados, desde las sonrientes fotos de la gobernadora Delfina Gómez con los exgobernadores priistas, hasta el continuismo en el Sindicato de Maestros al Servicio del Estado de México o la intocable problemática en el Instituto de Seguridad Social del Estado de México y Municipios (ISSEMyM).

El viejo priismo hoy hace filas en la Cuarta Transformación del Edomex y defiende la lucha contra una corrupción emanada de sus entrañas, que sigue definiendo el rumbo de instituciones y procesos.

En ese contexto no sorprende que la hoy candidata a rectora, Eréndira Fierro Moreno, se defina públicamente desde el apoyo al gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum y su desafortunada consigna de “llegamos todas”.

Ella, doctora en Ciencias Económico-Administrativas será candidata junto a Patricia Zarza Delgado, doctora en Ciencias Sociales y exsecretaria de Investigación y Estudios Avanzados de la UAEMéx, así como con la maestra en Derecho María José Bernáldez Aguilar; la doctora Maricruz Moreno Zagal, quien ya pasó por la Secretaría de Docencia y Dolores Durán García, doctora en Ingeniería Térmica y Fluidomecánica.

Sin embargo, hay universitarias que no llegan a este momento y no podrán ver la “transformación” institucional que se avecina. Son aquellas que la institución se ha empeñado en olvidar y siguen sin encontrar la justicia que impida que lo que les sucedió se siga repitiendo.

Maribel González Bernal, estudiante de Enfermería de 18 años, fue asesinada el 16 de noviembre de 2017. Su cuerpo fue hallado en la carretera Toluca-Tenango. Otro caso es el de Areli Lizbeth Salazar Segura, estudiante de Lengua y Literatura Hispánicas, de 26 años, encontrada muerta el 9 de mayo de 2018 en el Parque Sierra Morelos en Toluca.
En 2018, el clamor estudiantil se elevó al unísono con el asesinato de Deni Aurora Hernández estudiante de Humanidades. Este caso fue detonante de marchas y protestas que exigían seguridad y justicia para las universitarias. Pocos meses después, el 23 de noviembre de ese mismo año, sucedió el feminicidio de Sitzi Hanny, estudiante de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia, quien fue asesinada en el cuarto que rentaba cerca del campus El Cerrillo y cuyo caso permaneció en silencio mucho tiempo. Un nuevo movimiento se presentó en diciembre de 2019, cuando Sonia Pérez, maestra de danza, fue hallada sin vida en el Teatro Universitario Los Jaguares. La condena al agresor y la lenta respuesta institucional no lograron mitigar el clamor de una comunidad que ya había sufrido múltiples perdidas y agresiones, por lo que las protestas derivaron en la toma de Rectoría y en un pliego petitorio que el entonces rector, Alfredo Barrera Baca, se comprometió a atender.

Días después, el 1 de febrero de 2019 en la Región de los Volcanes, Vanessa Ruiz Guzmán fue violada y asesinada por un chofer del transporte público cuando regresaba de Cuautla hacia San Juan Tehuixtitlán, Estado de México.

Seguidamente, el 24 de febrero de 2020 en la Facultad de Ciencias de la Conducta, inició el movimiento estudiantil más importante de las últimas décadas impulsado por la inconformidad que generó la existencia de una red de pornografía gestionada por al menos un universitario, situación que sumó decenas de denuncias por acoso y violencia de género, y que exhibieron una problemática estructural que nuevamente trató de ser maquillada por las autoridades.

Después, el 8 de noviembre de 2020, en una vivienda de la colonia Jardines de Guadalupe, en el municipio de Toluca, fue encontrada en una bañera, con diversos hematomas en el cuerpo, Karla Isela Meléndez Carrillo, egresada de la Facultad de Ciencias de la Conducta.

Luego, el 3 de octubre de 2022, Lucero Yazmín, estudiante de Física con aspiraciones científicas, fue asesinada en San Mateo Atenco. En este caso, como en otros, la familia tuvo que cuestionar a la UAEMéx, por el intento de respaldar al victimario.
De todos los casos enmarcados por protestas y exigencias que realizaron estudiantes a autoridades universitarias y del gobierno estatal, en ninguno figuró el nombre de alguna de las cinco aspirantes a la Rectoría, cuyo apoyo se mantuvo del lado de la cuestionada estructura institucional.

Pese a la prácticamente nula exigencia de justicia de parte de las universitarias que aspiran a dirigir la UAEMéx, este 8 de marzo se espera que las aspirantes se pronuncien para aprovechar a su favor la fecha, tal como lo hizo Eréndira Fierro en 2024, cuando lanzó una campaña adelantada en redes sociales.

Será en los próximos días cuando se pueda apreciar si las ahora candidatas están dispuestas a participar de un proceso de definición que solo tomará en cuenta a un reducido sector de la Universidad o como ha ocurrido en otros procesos, terminarán declinando a favor de la candidata del oficialismo.

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