100 años después: ¿vuelven los nazis a Alemania o nunca se fueron?

El Partido Nazi fue uno de los muchos movimientos políticos radicales que surgieron en Alemania durante la década de 1920. Con sede en Múnich, el movimiento ganó notoriedad en noviembre de 1923, cuando Adolf Hitler y sus seguidores intentaron tomar el poder por la fuerza en un fallido golpe de Estado conocido como el Putsch de la Cervecería. Este intento de insurrección fue rápidamente sofocado, lo que llevó a Hitler a replantear su estrategia.

Tras este fracaso, los nazis abandonaron temporalmente la violencia y optaron por la vía electoral para acceder al poder. En sus primeros años, sin embargo, su impacto en la política alemana fue limitado. En 1928, el Partido Nazi obtuvo menos del 3 por ciento del voto nacional en las elecciones para el parlamento alemán. Pero la situación cambió drásticamente a partir de 1930, cuando la crisis económica y política en Alemania generó un descontento generalizado que catapultó a los nazis al centro del escenario político. Aprovechando el desmoronamiento de la República de Weimar y la desesperación del pueblo alemán, Hitler y su partido consolidaron su ascenso hasta tomar el poder en 1933.

Ahora, las elecciones federales de Alemania de 2025, programadas para el 23 de febrero, se celebrarán en un contexto de inestabilidad política y económica. La inflación, el apoyo militar a Ucrania y al genocidio que lleva a cabo Israel en territorio palestino han generado un clima de incertidumbre y polarización. A medida que se acercan los comicios, las encuestas indican que la Unión Democristiana (CDU), liderada por Friedrich Merz, se perfila como la fuerza más votada, capitalizando el desgaste de la actual coalición de gobierno encabezada por los socialdemócratas (SPD) de Olaf Scholz, junto con los Verdes y los liberales del FDP.

Sin embargo, el foco de atención en estas elecciones no está solamente en la CDU, sino en el ascenso de la ultraderecha neo nazi representada por Alternativa para Alemania (AfD) y apoyada abiertamente por el cuestionable dueño de X y Tesla, Elon Musk, que ha desplegado actitudes nazistas como el saludo con la mano derecha erguida, que hizo durante la toma de protesta presidencial del estadounidense Donald Trump, el 20 de enero de 2025.

Ese partido, que ha sido tradicionalmente marginado por el resto de las fuerzas políticas mediante un “cordón sanitario”, ha logrado una influencia sin precedentes en el debate nacional de Alemania. En las últimas semanas, la CDU ha contado con el apoyo de AfD para endurecer las leyes migratorias, una medida que ha sido interpretada como una peligrosa normalización de la ultraderecha en la política germana.

Hace un siglo, el nazismo construyó una retórica de odio sobre la base del antisemitismo y la persecución de los comunistas. Hoy, la extrema derecha alemana ha encontrado un nuevo chivo expiatorio: los migrantes, principalmente aquellos provenientes de Medio Oriente. El AfD ha capitalizado el descontento de sectores de la población con el incremento de la inmigración, promoviendo discursos que resuenan en un electorado cada vez más inclinado hacia el nacionalismo y la xenofobia.

Frente a este panorama, la izquierda alemana ha comenzado a movilizarse en defensa de los valores democráticos. El pasado sábado, más de 200 mil personas se manifestaron en Múnich para protestar contra la creciente influencia del AfD y su agenda antidemocrática. Las protestas han sido vistas como un llamado de atención ante el peligro de una extrema derecha en ascenso que amenaza con transformar el panorama político alemán.

A 100 años del fallido golpe nazi la historia parece estar repitiéndose. ¿Está Alemania al borde de un nuevo giro autoritario? La respuesta dependerá de cómo la sociedad alemana decida enfrentar este desafío en las urnas y en las calles.

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