Aceptar la muerte (gracias, Pepe)

Decía Fidel Castro durante uno de sus grandes discursos en la Plaza de la Revolución en 1967, cuando rendían un homenaje al finado Ernesto “Che” Guevara, después de que fuera asesinado en Bolivia: “si queremos expresar cómo queremos que sean los hombres de las futuras generaciones, debemos decir: que sean como el Che”.

Han pasado 58 años de ese discurso. Ha muerto Fidel y los restos del Che descasan en un gran mausoleo de La Habana. Los jóvenes pospandémicos y nativos digitales poco saben de la lucha revolucionaria de la década de los años sesenta en Latinoamérica.

Ahora sería prudente decir: si queremos expresar cómo queremos que sean los hombres de las futuras generaciones, debemos decir: que sean como Pepe Mujica.

Hace unos meses, durante un mitin político enmarcado en la campaña presidencial del Uruguay, el ex presidente anunció categóricamente que “estoy peleando con la muerte, estoy al final del partido. Soy un anciano que está muy cerca de emprender la retirada de donde no se vuelve, pero estoy feliz porque están ustedes. Porque cuando mis brazos se vayan habrá miles de brazos sustituyendo la lucha”. Semanas atrás Pepe Mujica había anunciado que tenía cáncer.

Hace un par de días, Pepe anunció que el cáncer se había expandido a otros órganos de su cuerpo y que no seguiría el tratamiento. Pepe, a los 89 años, había aceptado el destino final de toda la humanidad, la muerte.

Aceptar la muerte es la decisión más difícil de todos los seres humanos, pero cuando se logra aceptar el destino se consigue ser libre.

Pepe, con estas palabras y otras más que fue dejando durante toda su vida, ha dejado una gran lección a todo el mundo: “amen la vida”.

En las redes sociales se han viralizado cientos de video con breves fragmentos de las entrevistas que le hicieron a quien fue nombrado el presidente “más pobre del mundo”. A Pepe se le veía en su finca sembrando su tierra, conduciendo un vocho, alimentando a su perrita y construyendo escuelas. A Pepe se le vio en las cumbres mundiales. Pepe el tupamaro, el preso político, torturado durante trece años entre 1972 y 1985; pese a haber sido vejado por la dictadura uruguaya mencionó en su discurso de despedida ante el Congreso: “he pasado de todo y no le tengo odio a nadie. En mi jardín hace décadas que no cultivo el odio porque aprendí una dura lección que me puso la vida, que el odio termina estupidizando porque nos hace perder objetividad frente a las cosas”.

Pepe fue categórico al realizar la dicotomía entre el odio y el amor. Para él, ambos son ciegos pero el amor es creador y el odio termina destruyendo todo.

Hasta este momento Pepe parece un motivador e influencer de Tik Tok o Instagram, pero todo lo que enseñó lo hizo desde una perspectiva política y la premisa del “bien común”, en la que la convicción y la acción van de la mano. Son los actos políticos para defender la vida y la colectividad. La política es el punto de partida para hacer de éste un mundo mejor.

Dentro del discurso político defendió otra manera de vivir frente al capitalismo voraz, individualistas, extractivista y comercial, y lo resumió de esta forma: “ o logras ser feliz con poco y liviano de equipaje o no logras nada”.

Gracias, Pepe.

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