Eduardo Cordero/ texto e imágenes
“Venía a tiempo y se rompió el deslizador de mi bastón. Pasé a arreglarlo, pero me acordé que hoy cierran”, dice Sandra Vázquez. Usa grandes gafas negras. Cinco años atrás, una bacteria atacó su nervio óptico y la dejó ciega.
Acaricia el extremo de su bastón con ansiedad mientras éste deja ver la ausencia del deslizador, necesario para que una persona ciega pueda desplazarse sobre las banquetas de una ciudad llena de baches, heces de perro y chicles. Romper el deslizador implica traslado y gastos extras de reparación.

El deslizador arruinado. Foto: Eduardo Cordero
Dos horas en transporte público le tomó a Sandra llegar desde Tultitlán, Estado de México, hasta la Plaza, pero debía hacerlo. Ella es una de las artistas invitadas al Primer Festival “Asombrarte” de cultura y discapacidad visual, realizado el 3, 5 y 6 de octubre en el Centro Cultural de la Plaza Loreto, ubicada al sur de la Ciudad de México.
“No te preocupes, yo te presto el mío y me lo regresas mañana”, le responde la organizadora del festival y tanatóloga Angélica Lenz. Es el segundo día del festival, inaugurado el jueves 3 de octubre por el comediante Ojitos de Huevo, quien abrió un programa compuesto por música, cultura, escultura, fotografía, presentaciones de libros, talleres y teatro.

Maricarmen Graue. Escritora y chelista. Foto: Eduardo Cordero
Entre los participantes despuntó la presencia de personajes como la artista plástica Shino Watabe, el escritor Luis Alfonso Castillo Pardo, el maestro laudero Sergio Ortega, la chelista Maricarmen Graue y un prolijo conjunto de invitados que comparten una característica en común: la discapacidad visual.
Angélica Lenz, en entrevista para Todo en Contra, cuenta los retos de organizar un festival único en su tipo con recursos limitados.
“No fue fácil conseguir patrocinadores. Al ser un evento gratuito, necesitábamos recursos. Afortunadamente conseguimos muchos aliados, algunos nos ayudaron con las impresiones en tinta y braille. La Alianza Mexicana de Voluntariado (AMEVOL) coordinó a los voluntarios. Otra organización llamada Psicología Inclusiva nos apoyó con intérpretes de Lengua de Señas Mexicana”.

Angélica Lenz, tanatóloga y organizadora del Festival. Foto: Eduardo Cordero
En el foro al aire libre se escucharon piezas como Oblivion de Astor Piazzola, ejecutada por Maricarmen Graue, quien a la vez presentó un libro suyo, producto de sus experiencias como artista y persona con discapacidad visual.
“Aquí está el libro, pero creo que está al revés. Ya saben”, bromeó con los asistentes mientras sostenía “Mirar mirándome”, disponible para su compra en línea.
En otra parte del Centro Cultural, contigua al foro, se montó obra de artistas plásticos y de la fotógrafa Sandra Vázquez. Esa área fue atendida por voluntarios de la AMEVOL como Nancy Espíndola, quien ofreció peculiares artefactos a los asistentes.
“Estos goggles fueron diseñados para simular cataratas, maculopatía, campo visual reducido -provocado por el glaucoma- y todos imitan afectaciones diferentes. Si viene alguien con algún tipo de discapacidad visual y lo acompaña un familiar que ve, le ofrecemos a éste el goggle que simula el tipo de discapacidad que tienen su pariente para que pueda percibir cómo es vivir así”, relata a Todo en Contra.

La voluntaria Nancy Espíndola adaptó estos goggles especiales. Foto: Eduardo Cordero
Una pausa entre dos bloques de presentaciones permitió escuchar la historia de la fotógrafa Sandra Vázquez. “Yo tomo talleres en la Biblioteca México, en la sala para discapacidad visual. Ahí he asistido a cursos de escultura, braille, filosofía para la vida y fotografía. A raíz del taller de fotografía mi maestro Alberto Pantoja me impulsó a retomar con más fuerza la actividad. Siempre me apasionó, desde antes de mi discapacidad. Él me sugirió concursar en un certamen donde el tema era el agua. A pesar de mi inseguridad, participé y quedé seleccionada por el Instituto Mexicano de Tecnología del Agua. Experimento con la foto, yo le llamo ‘descomposición de la fotografía a través del agua’. Hice una serie de fotografías de rostros, pero los alargué a través del agua. Me gusta descomponer las imágenes como si fueran un fractal”.
Mientras Sandra narra cómo entiende la fotografía, un pequeño número de personas con discapacidad visual y sus familias se acercan a Angélica para estrechar su mano y felicitarla por la organización del festival.
Intercambian sonrisas, tarjetas, impresiones y hasta chistes. Es usual que hagan bromas sobre su condición.

Las personas pudieron tocar obras realizadas por artistas con discapacidad visual. Foto: Eduardo Cordero
A pesar del éxito de este primer evento, Angelica Lenz considera que necesitan más apoyo. “Muchas personas se han acercado a mí para decirme que tiene que repetirse una vez al año. Hay mucho talento en el país, me gustaría llevarlo a otros lados, además de la Ciudad de México. Para esto sí requerimos apoyos, una mayor respuesta de parte de asociaciones, instituciones, empresas, para que podamos llevarlo a cabo”.
Sandra comienza a caminar con el bastón que le prestó Angélica y recorre el área donde las pinturas con vivos colores y relieve son tocadas por personas que portan goggles.

El maestro laudero Sergio Ortega con algunos de los instrumentos que elabora en su taller. Foto: Eduardo Cordero
Pasa cerca de las fotografías que tomó con una cámara GoPro, sintiendo el agua y guiándose con el tacto. De niña acompañaba a su padre, fotógrafo, a eventos sociales a trabajar; hoy se ha convertido en una fotógrafa ciega. De risa fácil, gusta de bromear. “Empecé en fotografía porque mi maestro me dijo que tenía buen ojo”.
El regreso a Tultitlán aguarda, bajo la lluvia.


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