En Toluca se han vivido días grises, amarillos, cafés o del color que la nata de humo lo determine, es el humo que provocan múltiples incendios en distintos lugares del Valle, de todo el Estado de México: al menos 18 reportados por Probosque Estado de México el pasado viernes.
Uno de los sitios donde el bosque se quema es Xochicuautla, en el municipio de Lerma, cuya comunidad hace apenas unos años ejerció resistencia a la construcción de la autopista Toluca-Naucalpan, también para proteger el bosque.
En este lugar, el fuego ha devastado el bosque por más de tres semanas, son incendios comunes en época de estiaje, consecuencia de la contaminación con vidrios u objetos que generan el llamado “efecto lupa”, o de la mala práctica de roza y quema o, también, tal vez, han sido provocados, porque el suelo de Xochicuautla y sus alrededores es codiciado por varias razones.
Las columnas de humo se observan desde muy lejos, y aunque algunos habitantes de la región han trabajado día y noche para evitar la propagación, no han podido contenerlos, en ocasiones se controlan pero no se extinguen: algunos se reactivan mientras nuevos comienzan en lugares distintos.
Lucero González vive en Xochicuautla, ella explica que todo comenzó hace casi un mes en el cerro de La Verónica, desde ahí, en la zona, se han registrado alrededor de 10 incendios fuertes y 30 o 40 pequeños que se han podido controlar, pero con los grandes no se dan abasto, dice Ángel Pérez, otro voluntario y habitante de Xochicuautla, los brigadistas de la misma comunidad y de otros lados que han acudido están cansados.
En México, desde 2002, la instancia responsable de la operación y coordinación del Programa de Manejo del Fuego es la Comisión Nacional Forestal (Conafor), cuyas reglas de operación de 2024 tienen el objetivo general de “apoyar a las personas propietarias, legítimas poseedoras y habitantes de las zonas forestales para que implementen acciones que contribuyan a la protección, conservación, restauración e incorporación al manejo forestal sustentable, de los terrenos forestales, preferentemente forestales y temporalmente forestales; así como, el fortalecimiento de las cadenas de valor, que a su vez contribuyan a la adaptación y mitigación de los efectos del Cambio Climático”, pero Conafor tampoco han podido con tantos incendios; dicho sea de paso, en el último sexenio el presupuesto otorgado a esta instancia se redujo de 4 mil 391 millones 393 mil 228 pesos en 2018 a 903 millones de pesos, de acuerdo con los datos del Diario Oficial de la Federación publicados el 30 de diciembre de 2023, esto es alrededor de 79 por ciento menos de lo que se aprobó en 2018.
Aunque los incendios tienen casi un mes y hay personal de Conafor, Probosque y bomberos de Lerma, apenas este sábado pasado se anunció, por parte del gobierno del Estado de México, la instalación de cinco mesas regionales para monitorear y combatir los incendios forestales en la entidad, se ordenó la instalación de torres de vigilancia para atender los llamados de emergencia y prevenir la propagación del fuego en zonas de pastizales y bosques, medidas que, al menos en torno a las actividades preventivas que debería promover probosque, ya existen y que además parecen tardías, pues se han rebasado las posibilidades de prevención.
Frente a la iglesia de Xocicucutla se concentran y organizan brigadas para subir a apagar las llamas. Un helicóptero con la leyenda de Fuerza Aérea Mexicana hace algunos vuelos para dejar caer agua sobre los terrenos afectados, dicen que la aeronave vino porque los comuneros cerraron la autopista para solicitar apoyo estatal y federal.
Ángel dice que los brigadistas vienen de Toluca, de Las Rajas, de Huitzizilapan y de otras comunidades alrededor suben pendientes de casi 45 grados para, con lo que tienen, –especialmente tierra porque no es posible subir el agua– sofocar el fuego que a veces puede ser controlado pero que cuesta más extinguir.
Lucero dice que los bosque son pulmones, a ella le preocupa la vegetación, la fauna y el futuro abastecimiento de agua para la comunidad; también le preocupa que estos incendios sean provocados, esto lo dice por la experiencia que han tenido de otros megaproyectos como la propia autopista o los inmobiliarios como Reserva Santa Fe, en Santa María Atarasquillo, cuyos precios más bajos son de 18 millones de pesos y que, según se anuncia en su venta, “redefine el significado del buen vivir […] a través de tres pilares de experiencia: Wellness, sostenibilidad y lujo”, construcciones lejos de la concepción comunitaria que tienen los pueblos indígenas que nacieron esta zona: una nueva forma de gentrificación en zonas suburbanas de alta plusvalía.
Para Lucero y para Ángel, la riqueza de su pueblo es la naturaleza y estos incendios podrían provocar el uso del cambio de suelo, sabe que los megaproyectos han pasado por encima de las comunidades, de sus costumbres y de su identidad. Es precisamente Sabanillas, donde subirán a intentar sofocar el fuego los brigadistas ,que se tiene proyectada la construcción de la segunda etapa de Reserva Santa Fe. Lo mismo sucede con proyectos en Jilotzingo, un lugar que ha presentado uno de los incendios más fuertes y que ha permanecido activo por mucho tiempo.
Para lograr extinguir el fuego se pide el apoyo estatal y federal; hasta el momento, dice Fernando Hernández, ha sido casi ausente hasta que se cerró la autopista México-Toluca para exigir su presencia, al principio la respuesta de las autoridades fue que no actuarían porque se trataba de un bosque con plaga o porque el costo de la hora de vuelo de helicóptero era muy alto. Fernando dice que parece que las autoridades no conocen la magnitud de lo que se está perdiendo, incluidas las pérdidas humanas en algunas brigadas.
Para los habitantes de Xochicuautla, mucho de lo que sucede en la montaña no se puede explicar, el incendio ha brincado las brechas cortafuego, algunas plagas se han extendido y el apoyo gubernamental, hasta el momento, ha sido lamentable; esta región tiene potencial econnómico para las inmobiliarias, poco a poco, desde Salazar, Jilotzingo, Santa Cruz, y todo lo que ocupa el “Santuario del Agua y Forestal Subcuenca Tributaria Río San Lorenzo” está en peligro.
Por ahora, la preocupación es el fuego y aunque gente de la comunidad y de afuera ha acudido. Es un hecho que se requiere apoyo estatal y federal porque las acciones parecen pequeñas y el trabajo de Lucero, Ángel, Fernando y todos los voluntarios, quienes además suben sin ninguna capacitación más que la intuición y la voluntad de ayudar, incluso de madrugada, parece insuficiente.
Arriba, además del cansancio, las herramientas se rompen y las botas se queman, el equipo de protección es imprescindible, se siguen recibiendo donaciones porque los insumos se van terminando, en contraste con la voluntad cansada pero firme de a quienes les preocupa el bosque, un bosque que es parte de su identidad y del que, dice Lucero, también la gobernadora y el presidente respiran.


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