Ali Pacheco
Toluca, México 6 de enero del 2024
A mi madre y la memoria de mi padre, quien nunca aprendió a andar en bici, pero me dio el mejor regalo.
Mientras recorría la ciudad de oriente a poniente observé a los Reyes Magos llevando bicicletas de todos tamaños y colores.
Hora y media antes, en una tienda ciclista que por casualidad visité, el matrimonio de Julia y Miguel, acompañados por la prima Toña buscaban el regalo perfecto para «Marquitos».
Con la carta a los Reyes Magos en mano, para no errar en el modelo y color, el matrimonio curioseó por la tienda, comparaban precios y sus ojos saltaron al ver los exorbitantes 22 mil pesos de una bicicleta eléctrica.
Al final, se decidieron por una bicicleta verde de montaña, rodada 26, con doble suspensión. Se las entregaron armada y lista para que cuando «Marquitos» despertara y fuera al árbol navideño encontrara cumplido su pedimento. La prima Toña le invitó el casco y unos guantes para que fuera seguro.
La bicicleta fue montada en el techo de un Tsuru blanco con rumbo a San Lorenzo. Las calles y parques del barrio de la familia serían la pista de pruebas del pequeño al estrenar su bicicleta.
Junto al automóvil de la familia de «Marquitos» está estacionada otra bicicleta bella e inquieta: “Marat», como el nombre de un periodista de la Revolución Francesa que elegí para el último regalo de Día de Reyes que papá y mamá me dieron.
Marat fue comprada en una tienda Elecktra por 2,650 pesos a 18 cuotas con intereses tras algunos meses de insistencia a mis padres para que me regalarán una nueva bici, pues «la negra», una BMX que me regaló un tío ya no daba para los recorridos empinados de Taxco. Me quedaba muy atrás de los muchachos cuando dábamos el rol.
En Taxco no había muchas opciones para adquirir una bicicleta y además no era una opción atractiva de movilidad por el terreno montañoso de la ciudad platera, aunque hoy se han popularizado entre los jóvenes para hacer descenso extremo entre las calles empinadas de la ciudad.
Con Marat, la Benotto azul de 18 velocidades, rodada 26, con suspensión delantera, la geografía taxqueña dejó de ser un obstáculo; recorría la ciudad con los muchachos del barrio: al cerro del Huixteco, La Cascada, vueltas en el centro, carreras en la pista de avionetas del hotel Montetaxco o subir y bajar la calle escalonada y empinada de Tlachichilpan.
Muchos piensan que me subí a la bici cuando llegué a Toluca. Ingenuos.
Cuando partí a la universidad, mi «bitla» se quedó guardada en una vieja casucha anexa a la casa de mis padres. Apenas me daba tiempo de utilizarla los fines de semana cuando llegaba a visitar mi pueblo, los deberes universitarios y la ausencia de mis compañeros de aventura de la adolescencia la condenaron a tres años de olvido.
Toluca no me inspiraba para pedalear, veía calles llenas de autos y camiones que me atemorizaban. No conocía las calles y perderme en la ciudad estaba latente.
Durante una visita de verano a casa de mis padres descubrí que la bici de tantas aventuras juveniles yacía arrumbada en una esquina de la vieja cocina de humo. El tiempo comenzaba a hacer estragos en ella y decidí traerla a Toluca en el maletero de un Flecha Roja.
Marat llegó en otoño de 2011 a Toluca La Bella, con la cadena oxidada, los frenos rotos, las llantas desinfladas, pero aún así, el domingo que llegó recorrió con algunos ligeros problemas el trayecto de la terminal a Ciudad Universitaria. Nunca me ha dejado en el camino.
Después de un servicio profundo a su integridad y con el pasar de los meses y años, ambos fuimos conociendo poco a poco la colonia y después Toluca.
Dos décadas después de que mis padres me la entregarán como regalo de Día de Reyes, Marat mueve a su servidor y a Zoe a la escuela, trabajo y mercado ¡Vamos hasta por el pan en ella!
Se ha rifado en las coberturas periodísticas, manifestaciones y rodadas en favor de una ciudad para todos. Tosca pero chingona.
Estoy consciente que en unos años la jubilaré, sólo saldremos los domingos a pedalear para mantener el bello recuerdo de mis padres y las andanzas en Taxco y Toluca.


Deja un comentario