San Francisco Tlalcilalcalpan, un paseo por la tradición

Como cada año, la tierra del caracol celebra con gritos, cohetes, baile, disfraces y más. Tal como el espiral de las conchas de estos moluscos, los ciclos que cumple esta celebración no vuelven al punto inicial. Se trata de un giro ascendente que cambia; confrontando la tradición con lo nuevo, la historia del pueblo con su presente, la conquista española con sus raíces indígenas y hasta la embriaguez o el desenfreno, con la sobriedad y la razón.


De estas contradicciones nace el actual paseo de los pregoneros de San Francisco Tlalcilalcalpan, una de las fiestas populares más grandes del Valle de Toluca que no deja de crecer y que este 8 y 9 de octubre congregó a miles de personas en las calles de la comunidad.


Al amanecer, el paseo es encabezado por el santo patrono, quien es recogido en la iglesia por la mayordomía y sacado a recorrer las calles de Tlalcilalcalpan. Detrás de él caminan pobladores y las llamadas comparsas, integradas por grupos de personas, familiares, vecinos o amigos. Todos se organizan para caracterizarse con disfraces temáticos, para comer, beber y contratar una banda de aliento, que acompaña el recorrido arriba de los tractores que van al frente de su contingente.


Al menos 120 comparsas, que agrupan un promedio de 30 personas, se registraron este año con la mayordomía para participar en el recorrido; sin embargo, a estas se suman otras tantas provenientes de las comunidades aledañas que no se registran previamente.


El paseo se extiende hasta caída la noche, pues luego de que el santo regresa a la iglesia ―alrededor de las 5 de la tarde― los pregoneros hacen penitencia; avanzan de rodillas por el atrio de la iglesia, mientras cargan toda su indumentaria y se descubren el rostro para caer rendidos frente a su santo.


Tan solo este domingo el tiempo de recorrido entre la punta del paseo y la parte final fue de cuatro horas, lapso en el que los asistentes bailaron y festejaron.


En torno a la celebración se mueven cientos de comerciantes y unos 20 talleres que confeccionan disfraces, los cuales pueden rebasar los 20 mil pesos. La indumentaria posiblemente terminarán luciéndose en el centro de Toluca, dada la festividad de Día de Muertos que se avecina y la recién iniciada Feria del Alfeñique.


Y aunque con el paseo termina un momento central de la fiesta, en realidad esta se extiende al mes de enero con la llamada “fiesta grande”. La explicación de estos dos momentos se debe al origen agrícola de la comunidad, pues de acuerdo con la tradición oral de la comunidad, las generaciones campesinas no tenían recursos económicos para festejar al santo patrono en el mes de octubre, pues era una fecha previa a la cosecha. Mientras tanto, enero era temporada de abundancia dada la venta de maíz y el grano que se había cosechado desde noviembre anterior.


En la actualidad el desarrollo industrial trajo consigo el crecimiento de la clase obrera y los trabajos del campo pasaron a segundo plano.


“Ahora sí hay dinero”, señalan los pobladores, quienes destacan las condiciones económicas actuales, las cuales permiten que las familias salgan a celebrar en estas fechas.


Para cada uno de los participantes esta festividad adquiere distintos significados y cualidades; es el momento de dar gracias, de la convivencia familiar, de la integración social, del descanso, de olvidar las cargas, de gritar. Hasta una posibilidad y deseo de muchos, de que la unidad y participación que se expresa para la fiesta de #Tlalcilalcalpan, también exista para atender los problemas de la comunidad y luchar por que esta se convierta en municipio.

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