Por: Patricia Ramírez
La organización de un festival cultural no es, no debe ser, una acumulación de actividades de distinta índole durante algún tiempo, es un concepto integral e incluyente, es la búsqueda del cumplimiento de varios objetivos, entre los que se encuentran la formación de públicos o la denominada “democratización de la cultura”.
El programa del Festival Internacional de Arte y Cultura Quimera, en esta edición 2023, muestra un nulo interés por cumplir los objetivos para los que fue creado; lejos queda lo que comenzó como La cultura en octubre, concepción de Jorge Luis González Santana, y lejos también el esfuerzo de quienes programaron algunas manifestaciones artísticas nacionales e internacionales de probados atributos durante 30 años.
En los festivales, el uso de la plaza pública, del espacio de convivencia, tal como las escalinatas del Calvario, el parque Juárez o el parque Providencia (no plazas comerciales) se desplaza para dar cabida a una convivencia colectiva, son espacios tradicionales que, en el concepto del festival cultural, dan cabida a nuevas manifestaciones. Puertas abiertas para quien asista, lo que se puede traducir en una especie de formación de público para dichas manifestaciones que, infortunadamente, han carecido de espacios para ser presentados.
El festival cultural alberga a artistas que, por una carencia tradicional de políticas culturales, no tiene los espacios ni la difusión suficiente; por ello, programar en el festival a personas o celebridades —que no artistas— no contribuye a fomentar la divulgación de la danza, la música, el teatro, las artes y los oficios.
Con recursos públicos, los gobiernos tienen la obligación de promover “los medios para la difusión y desarrollo de la cultura, atendiendo a la diversidad cultural en todas sus manifestaciones y expresiones con pleno respeto a la libertad creativa”, así se señala en el artículo cuarto de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, como también que “toda persona tiene derecho al acceso a la cultura y al disfrute de los bienes y servicios que presta el Estado en la materia, así como el ejercicio de sus derechos culturales”.
En el programa de Quimera 2023 —aunque vale señalar que no en todos los casos, pues hay honrosas excepciones— se ha dejado de lado la diversidad cultural y se han priorizado otros aspectos, tal como el económico. Indudablemente el público asistirá, como un acto construido por tradición durante tres décadas, pero perderá la oportunidad de disfrutar de manera gratuita verdaderas manifestaciones estéticas nacionales e internacionales, independientemente de cuáles sean los gustos del público y de que se prefiera el rock, la trova, la cumbia o la salsa.
Así, este acontecimiento anual del pueblo de Metepec para el mundo, que comienza hoy, ha dejado de ser un acontecimiento cultural, diría Dice Brigitte Vézina en el artículo “Celebrar la cultura: La propiedad intelectual y los festivales de arte”, ha dejado de ser una “celebración de la riqueza y la diversidad de la cultura y la creatividad”.


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